Como ya leímos en la publicación Un paseo por la Sevilla de la gran pantalla, el edificio conocido Casa de Pilatos ha atraído a grandes directores de cine para crear diversos escenarios en el interior de este recinto. Si te preguntas qué hacer en Sevilla, hoy nos adentraremos en los orígenes y evolución de este lugar para tratar de hacer gala de una de las joyas arquitectónicas de Sevilla y descubrir un sitio para visitar que no te dejará indiferente.
Los orígenes de Casa de Pilatos, situada a escasos metros de lo que durante largo tiempo fue un acceso al interior de la muralla de la ciudad, la Puerta de Carmona, se remontan a finales de siglo XV, concretamente al año 1483. En esta fecha, la familia Enríquez de Ribera comprará un recinto perteneciente a una familia judeoconversa, que como muchas otras en la época tuvieron que abandonar la ciudad huyendo de una emergente y temible Inquisición, obligados estos conversos a perder la mayor parte sus posesiones en la búsqueda de una nueva vida.
Los Enríquez de Ribera que adquieren este recinto son el matrimonio formado por Catalina de Ribera y Mendoza (¿?-1505) y Pedro Enríquez de Quiñones (1435-1492), Adelantado Mayor de Andalucía. Este matrimonio de elevada posición social decide emprender la construcción de una nueva casa debido a que aquella en la que habitaban en el sevillano barrio de Santa Marina tenía que ser heredada por el hijo de Pedro Enríquez con su primera esposa, a la vez hermana de Catalina de Ribera, teniendo así la oportunidad de desarrollar un proyecto que evidenciara el poder y prestigio de los que gozaban.
Al edificio primero que la familia adquiere en el citado año 1483, Pedro y Catalina añadirán varias casas y negocios aledaños para darle el tamaño deseado a la nueva vivienda, en lo que Catalina de Ribera jugará un papel fundamental como encargada de realizar las transacciones debido a la movilidad que requerían los cargos de don Pedro Enríquez, por lo que no es de extrañar que a la muerte del marido mientras regresaba de la guerra de Granada en 1492, Catalina continúe en solitario con las obras de la casa palacio, que un principio se llamaría “palacio o casa de San Esteban” por ubicarse en esta collación.
La residencia primitiva albergaría a un gran número de personas, contando tanto con espacio de vivienda como con su propio horno de pan y su propia huerta, además de una capilla que doña Catalina decide añadir siguiendo los gustos del momento.
La decoración original del palacio sería una mezcla de estilos mudéjar y gótico principalmente. El mudéjar aparece en elementos como la madera y el yeso, en un principio policromados para destacar aún más los adornos de atauriques, epigrafía, lazos y estrellas, aunque a día de hoy apenas se conserva parte de la pintura de este momento, y el gótico lo apreciaremos en la crestería en piedra de la cual se conserva una parte en la fachada, entre otras decoraciones.
Se intuye la relación estética de la casa Pilatos con el Alcázar, y se confirma al saber que al menos dos de los hombres que participaron en las obras del gran palacio sevillano, también lo hicieron en esta casa de San Esteban, a saber, Francisco Fernández, maestro mayor del Alcázar en el periodo 1502-1535, y Juan de Limpias, maestro mayor de carpintería del Alcázar entre los años 1479 y 1506.
Como curiosidad, este lugar también tiene una vinculación más indirecta con Santa María de la Sede, catedral de Sevilla, dado que existe un registro del préstamo de cuatrocientas piedras por parte de la catedral a la familia Enríquez de Ribera en el año 1487.
Tras la muerte de Catalina de Ribera en el año 1505, será su hijo Fadrique Enríquez de Ribera (1476-1519), I Marqués de Tarifa, quien continúe haciendo de este espacio un lugar de belleza sin parangón, añadiendo mármoles genoveses e introduciendo el toque renacentista a la labor iniciada por sus progenitores. Se dice que el actual nombre de Casa de Pilatos viene de la peregrinación de Fadrique Enríquez de Ribera a Jerusalén entre 1518 y 1520, quien a su vuelta se propuso establecer la tradición de un Vía Crucis que comenzara en la entonces conocida como Casa de San Esteban, su casa familiar, y terminara en la Cruz del Campo, caminata que tendría los mismos paso que el Marqués de Tarifa dio desde la Casa de Pilatos hasta el Monte Gólgota en la recién citada peregrinación. Será esta misma peregrinación la que despierte el interés por el Renacimiento europeo en el hijo de Catalina y Pedro.
Las bases sentadas por Fadrique las continuará Per Afán Enríquez de Ribera (1509-1571), I duque de Alcalá de los Gazules, además de virrey de Nápoles. Será su cargo de virrey el que le alimente el gusto por lo italiano, comenzando una importante recopilación de esculturas renacentistas a la que contribuirá el Papa Pío V regalándole al comienzo de su pontificado un conjunto de esculturas procedentes de la propia colección vaticana.
Y esta admiración renacentista se mantendrá con el III duque de Alcalá, Fernando Afán Enríquez de Ribera (1583-1637), otro ávido coleccionista que además de
crear una galería exterior y restaurar el piso alto, encargará la decoración de la estancia conocida como Camarín Grande al inigualable Francisco Pacheco, maestro y suegro de Velázquez, el cual reproducirá tres temas principales en el techo de la habitación: “La Envidia”, “La caída de Faetón”, y el más impresionante en tamaño y ejecución, “La apoteosis de Hércules”. A día de hoy, a este espacio se le conoce como Salón Pacheco.
Fallecido el III duque de Alcalá, el recinto pasará a ser propiedad de los duques de Medinaceli, quienes sólo lo visitarán de forma esporádica entre los siglos XVII y XIX, trasladando además muchas obras a Madrid, sufriendo varios daños como un terremoto en 1755 y viéndose afectado por el paso de las tropas napoleónicas a principios del siglo XIX.
Será Ángela Apolonia Pérez de Barradas (1827-1903), duquesa consorte de Medinaceli, quien incentive la recuperación del esplendor que otrora tuviera la Casa de Pilatos, siguiendo la estela romántica propia del siglo XIX.
En este breve recorrido por la Casa de Pilatos queda manifiesto que la propiedad que nació como el proyecto de un hogar para la familia Enríquez de Ribera capaz de impactar no sólo a quienes la visitaran, sino también a aquellos que accedieran a la ciudad por la Puerta de Carmona, se ha convertido a día de hoy en un emblema de edificio vivo que se ha ido reinventando desde el gótico y el mudéjar hasta el romanticismo pasando por el estilo renacentista, que a día de hoy sigue siendo visitable, acogiendo actos privados pero también abierto a todo tipo de público que desee conocer otra pieza de la historia sevillana.
Se puede reservar la visita desde la página web de la fundación Medinaceli, siendo los horarios de Casa de Pilatos de 9.00 a 18.00 de noviembre a marzo y de 9.00 a 19.00 de abril a octubre, siendo el precio 10 euros la visita al recinto completo, incluso podéis visitar gratis la Casa de Pilatos todos los miércoles por la tarde (es aconsejable mandar un correo a la web oficial porque pueden cambiar el día gratuito según la temporada).
Si quieres conocer otros lugares de la ciudad, no dudes en buscar a los guías del paraguas amarillo de Sevilla Free Tours, historiadores que estarán encantados de descubriros no sólo los lugares que recorremos en la ruta, sino también recomendaros aquellos otros que son imprescindibles conocer por dentro.
¡Os esperamos en Sevilla