Entre la verdad y la leyenda se sitúa una de las historias más fascinantes encerradas en el antiguo barrio judío de Sevilla, hablamos de la fábula de Susona, popularmente conocida como la Fermosa Fembra a finales de siglo XV. Esta narración tiene múltiples detalles que oscilan según la voz que la cuenten, pero el argumento se mantiene siempre constante.
Nos situamos en una época un tanto convulsa para los judíos, pues desde la matanza que el Arcediano de Écija orquestara contra ellos en el año 1391 pretendían ser cristianos en público para evitar ser nuevamente objeto de ira de cualquiera que decidiera que eran culpables de todos los males que acontecían en la ciudad. A esto se suma que la inquisición está naciendo en Sevilla a finales de siglo XV, misma época en la que Diego ben Suzón y su hija Susona habitan en el actual barrio de Santa Cruz.
Diego ben Suzón, más anciano que joven, oculta su auténtica religión fingiendo ser cristiano, despertando cierto recelos entre los sectores más envidiosos por la fortuna que disponía. Por otro lado, su hija conocida como Susona precisamente por ser hija suya, es una joven a la que todos llaman la Fermosa Fembra por su belleza deslumbrante. Será esta alocada edad adolescente en la que Susona se encuentra en este momento la le que lleve a convertirse al cristianismo de corazón y no sólo por no ser perseguida, puesto que su sueño era formar parte de la corte de la reina y asistir a todas las celebraciones que tenían lugar en los Reales Alcázares.
Además, en su intento de ser aceptada por la alta sociedad cristiana, Susona va a conocer a un cristiano de importante posición del que se enamorará perdidamente, amor que como en toda fábula será la semilla de todos los males posteriores.
Noche sí y noche también, Susona escapaba de casa para encontrarse con su amado, hasta que una noche escuchó ruidos en la plaza que había debajo de su balcón (o en su propia casa, varía según quien cuente la leyenda) y descubrió a su padre reunido con 24 judíos más. Susona, presa de un mal presentimiento, se quedó escuchando el tiempo justo para descubrir que planeaban asesinar a los cristianos de más renombre para desestabilizar a la ciudad (según muchas versiones pretenden asesinar a todos los soldados como venganza por la matanza del año 1391). Susona entra en estado pánico cuando escucha el nombre de su amado como una de las víctimas, pánico que le lleva a buscar a su novio para intentar protegerlo.
Cuando Susona hace a su amado partícipe de la reunión a la que ha asistido de tan clandestina forma, el cristiano lejos de preocuparse va a tranquilizar a la Fermosa Fembra, alegando que todos los judíos de los que ha hablado son ancianos que apenas pueden andar, mucho menos podrían atentar contra la vida de un joven soldado.
Susona volverá a casa confiando en el argumento que su novio le ha expuesto, y la sorpresa llegará al día siguiente cuando descubre que por orden de su amado, su padre y todos los participantes en la reunión han sido ejecutados.
Inmersa en un laberinto de emociones, la Fermosa Fembra va a buscar a su novio, y cuando lo encuentra toda duda desaparece: lo perdona porque llega a entender que si su novio no hubiese delatado a su padre, quizá su padre podría haber matado a su novio. Y es en este momento en el que Susona será traicionada, pues su amante reniega de ella por haber traicionado a su religión y a su familia, acusándole de no ser una persona leal.
Susona, sola, en el siglo XV, siendo mujer, sólo verá una salida posible: hacerse monja y entrar en un convento (es la teoría que más se repite en la tradición oral acerca del desenlace de su vida). Lo que en todas las leyendas acerca de Susona se recoge es que la hermosa hembra escribió en su testamento que una vez muerta, quería que separasen su cabeza de su cuerpo para que todas las muchachas jóvenes al pasar por su casa vieran la cabeza colgada y entendieran que lo más importante en la vida son la familia y la religión.
Como decíamos, la historia de la Susona baila entre realidad y ficción porque tenemos ciertos documentos que confirman que la familia Ben Suzón existió de verdad, aunque el desarrollo de la historia tendría matices diferentes.
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