
Cada año, cuando el calendario empieza a rozar diciembre y el frío llega tímidamente al sur, Sevilla se prepara para una de sus transformaciones más esperadas: el encendido del alumbrado navideño. La ciudad, que ya de por sí vive con un encanto vibrante, se convierte entonces en un escenario de luz que envuelve calles, plazas, avenidas y edificios históricos. La Navidad en Sevilla no es solo una fiesta: es una experiencia sensorial donde la iluminación juega un papel protagonista.
El alumbrado navideño suele inaugurarse a finales de noviembre, normalmente el último viernes del mes, en un acto que ya se ha convertido en tradición. Miles de sevillanos y visitantes se reúnen en el centro para presenciar ese momento mágico en el que la ciudad “despierta” al invierno. Durante unos segundos, las luces se mantienen apagadas… y después, una explosión de brillo marca el inicio de casi seis semanas de ambiente festivo.
Aunque cada año varía ligeramente, Sevilla suele iluminar más de 300 calles, plazas, glorietas y avenidas, repartidas por los once distritos municipales. Es un despliegue que combina tradición, diseño y tecnología, y que ha convertido a la ciudad en uno de los destinos navideños más fotografiados del país.
La iluminación no es una decoración improvisada: es un proyecto de gran envergadura que el Ayuntamiento planifica con meses de antelación. Para su puesta en marcha se destina cada año una inversión cercana a los dos millones de euros, destinada a la instalación, mantenimiento y desmontaje de todo el conjunto luminoso.
En el Casco Antiguo se concentra la mayor parte de los motivos decorativos, con casi un centenar de calles iluminadas. No obstante, uno de los grandes objetivos desde hace años es extender la magia navideña más allá del centro: Nervión, Los Remedios, Triana, Macarena, San Pablo-Santa Justa y otros distritos también adquieren protagonismo con su propia iluminación, fomentando así el movimiento turístico y comercial por toda la ciudad.
Cada rincón iluminado de Sevilla tiene su propio encanto, pero hay zonas que se han convertido en auténticos clásicos navideños:
Es el epicentro del encendido y uno de los escenarios más esperados. Los grandes árboles de luz, los arcos monumentales y las guirnaldas suspendidas entre las fachadas crean un pasillo luminoso que desemboca en la majestuosa Catedral. Caminar por esta avenida durante diciembre es casi como entrar en un cuento.
Aquí se instalan algunos de los elementos más llamativos cada año: grandes estructuras tridimensionales, motivos temáticos y, en ocasiones, espectáculos audiovisuales que atraen a miles de personas.
Sus diseños suelen ser más delicados y elegantes. Las luces se integran con la arquitectura y crean un ambiente íntimo que invita a pasear, comprar y disfrutar del sonido de los villancicos populares.
La iluminación navideña no está reñida con la eficiencia energética. En los últimos años, Sevilla ha apostado por el uso de tecnología LED, que reduce significativamente el consumo eléctrico sin perder intensidad ni belleza. Además, el horario suele mantenerse entre 18:30 y 00:00, ampliándose hasta la 01:00 en noches señaladas como Nochebuena, Nochevieja o Reyes.
Gracias a este modelo sostenible, la ciudad ha logrado mantener un espectáculo impresionante sin disparar el gasto energético.
Uno de los grandes atractivos de las últimas Navidades ha sido el espectáculo de luz y sonido en el Muelle de la Sal, a orillas del Guadalquivir. Se trata de un show gratuito que combina proyecciones, música e instalaciones sincronizadas, creando una narrativa visual que sorprende tanto a adultos como a niños. Este tipo de propuestas han logrado convertir el río en un eje navideño tan importante como el propio centro histórico.
La iluminación navideña no solo tiene un valor artístico: también crea una atmósfera que contagia alegría. Los comercios amplían horarios, los bares y terrazas se llenan de familias y amigos, y las calles se convierten en un continuo fluir de paseantes. La Navidad sevillana se disfruta caminando, mirando hacia arriba, descubriendo cada detalle que brilla entre los balcones y el cielo.
Es habitual escuchar en los visitantes la misma sensación: la luz en Sevilla no ilumina, abraza. Quizás sea por el contraste entre el oro de las farolas históricas y el brillo frío de las luces modernas; o quizá porque la ciudad, con sus edificios de piedra, sus plazas abiertas y su ritmo pausado, parece diseñada para que la luz fluya de forma natural.
Ve al encendido si quieres sentir el momento más emocionante.
Recorre distintos barrios para ver cómo cambia el estilo de la decoración.
Aprovecha los fines de semana para el videomapping y los espectáculos del río.
Haz el tramo desde Plaza Nueva hasta la Catedral de noche: es pura magia.
Lleva la cámara preparada: cada esquina ofrece una postal.
La iluminación de Navidad en Sevilla es más que un adorno: es una celebración de la luz como símbolo de encuentro, de alegría y de tradición. Cada año, la ciudad se enciende para recordarnos que, durante estas fechas, incluso lo cotidiano puede brillar con una intensidad especial. Y quienes la visitan lo saben bien: Sevilla no solo se ilumina en Navidad… Sevilla se transforma.