Poco podía imaginar la Infanta María Luisa cuando aquel año de 1893 donó gran parte de sus jardines privados de San Telmo a Sevilla, que esta ciudad los convertiría, nada más hacerlos suyos, en un lugar predilecto, en un espacio único y evocador con el que tantas veces se la identificaría, se reconocería en el mundo. Porque el Parque de María Luisa es Sevilla y Sevilla no es Sevilla sin el Parque de María Luisa.
De los primeros tiempos del Parque, entre 1912 y 1922, datan elementos como la Glorieta de los Lotos, el Jardín de los Leones y la Fuente de las Ranas, a las que habrían de seguir tantas otras en años posteriores. Pero las construcciones que, sin duda, más han aportado al conjunto han sido las Plazas de España y de América, creadas ambas para la Exposición Iberoamericana de 1929.
Ninguna de las intervenciones realizadas en este espacio desde que se abriera al público en 1914, que han permitido configurarlo como es hoy, ha alterado lo más mínimo la imagen emblemática de este Parque, sino que le han otorgado, si cabe aún, mayor prestigio, generándole los mayores reconocimientos como Bien de Interés Cultural.
Y así, tal y como era y pudo ser admirado y disfrutado en 1929, ha llegado a nuestros días, y ha de continuar por más siglos, renaciendo cada mañana para seguir seduciendo a cuantos se atreven a cruzar su verja, a cuantos se dejan cautivar por su belleza, su romanticismo y su magnificencia.
(Fuente Visitasevilla)