El naranjo, marca de identidad de Sevilla

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Todo aquel que ha paseado por las calles sevillanas, ha quedado impactado por la gran cantidad de estos árboles que se encuentran por doquier, asombrados por el olor que impregna toda la ciudad en primavera, fascinados por la gran cantidad de fruta que se puede ver en ellos e incluso sorprendidos al saber que no se pueden comer directamente del árbol, no porque sean nocivas, si no por lo amargo de su sabor.

Pero, ¿sabemos de dónde vienen los naranjos que visten a la capital andaluza de verde y blanco en el mes de abril?

La primera vez que vemos una alusión a las naranjas en Sevilla es en la mitología. Hércules según la leyenda fundó nuestra ciudad en uno de sus doce trabajos buscando las manzanas doradas del jardín de las Hespérides, manzanas doradas que no serían otra cosa que naranjas.

El origen real de estos árboles se ubica en China, siendo introducidos en Europa por los comerciantes genoveses debido a lo exótico que resultaban, y se piensa que en época romana ya contaríamos con algún que otro naranjo en la Península Ibérica. No obstante, la época musulmana es el momento de asentamiento de este árbol en el territorio peninsular, buscando decorar patios y jardines al estilo de Damasco y Bagdad, aunque la base de la gran cantidad de naranjos por la vía pública la sienta la Exposición Iberoamericana de 1929, cuando el número de naranjos en la vía pública se multiplica de forma excepcional.

Estos naranjos amargos serían importantes no sólo por las adecuadas condiciones del medio, ni por el uso medicinal que se daba a los extractos de la flor de azahar, sino también por la fábula que se asociaba a los naranjos en Asia, contando la creencia popular que estos árboles traerían la felicidad plena a aquellos que los poseyeran.

Actualmente la ciudad hispalense es la que cuenta con más naranjos en todo el orbe, variando las fuentes el número entre 25.000 y 45.000 naranjos, a los cuales damos usos muy dispares, algunos de los cuales mencionaremos a continuación:

* La mermelada de naranja amarga sevillana ha alcanzado una gran popularidad a nivel internacional, siendo Inglaterra el principal país que la consume en la actualidad. Una anécdota cuenta que la reina Isabel II siempre tenía un bote de mermelada de naranja amarga de Sevilla allí donde estuviera.

* Los perfumes de azahar que ya se hicieran en tiempos musulmanes, siguen rociando los cuellos sevillanos, llevando siempre el aroma

de la primavera sevillana en nuestros cabellos, así como en nuestra piel, pues se fabrican todo tipo de cosméticos con la flor de nuestros naranjos, desde cremas hasta agua de colonia.

* En la cocina no faltan recetas con el peculiar sabor de la naranja amarga, siendo un ingrediente de uso frecuente en la repostería.

* En bebidas alcohólicas también encontramos la presencia de esta naranja, ejemplos de ello son el vino de naranja o incluso la ginebra Beefeater.

 

Ahora que sabemos cómo y por qué los naranjos llegaron a Sevilla, nos despedimos con una poesía que Antonio Machado dedicó a estos frutales. Para conocer la ciudad aún más y mejor, busca a Sevilla Free Tours, los guías del paraguas amarillo que siempre os esperan con ganas de adentraros en las profundidades de la historia de su ciudad.

Naranjo en maceta, ¡qué triste es tu suerte! Medrosas tiritan tus hojas menguadas. Naranjo en la corte, ¡qué pena da verte con tus naranjitas secas y arrugadas! Pobre limonero de fruto amarillo cual pomo pulido de pálida cera, ¡qué pena mirarte, mísero arbolillo criado en mezquino tonel de madera! De los claros bosques de la Andalucía, ¿quién os trajo a esta castellana tierra que barren los vientos de la adusta sierra, hijos de los campos de la tierra mía? ¡Gloria de los huertos, árbol limonero, que enciendes los frutos de pálido oro, y alumbras del negro cipresal austero las quietas plegarias erguidas en coro; y fresco naranjo del patio querido,

del campo risueño y el huerto soñado, siempre en mi recuerdo maduro o florido de frondas y aromas y frutos cargado!

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