La Torre del Oro es uno de los monumentos que más curiosidad provoca a los turistas y locales por las diversas teorías del origen de su nombre.
Se construyó a principios del siglo XIII por parte de los almohades, tipo de Islam que invadió la Península Ibérica en el siglo XII, y fue creada como torre defensiva de la zona del puerto sevillano. Fue la guinda del sistema defensivo que crearon los musulmanes en la ciudad de Sevilla pero el por qué se llama así es lo que más llama la atención. Existen diversas teorías como que era lugar de almacén del oro llegado con el comercio americano, otra se refiere al reflejo del sol al estar recubierta de azulejos, dándole ese aspecto dorado. Pero ni una ni otra son correctas. La primera no lo es porque ese material precioso se llevaba a la Casa de la Moneda o a las casas de los banqueros europeos a los cuales había que pagar las deudas del Imperio; y respecto a la segunda no hay pruebas algunas ni gráficas ni documentadas que lo muestren.
Las teorías más aceptadas son dos: la torre como aduana y el reflejo de la mezcla de la cal y la paja prensada. Respecto a la primera, la torre defensiva tenía una gran cadena de hierro la cual estaba unida a otra pequeña torre al otro lado del río Guadalquivir, en la orilla de Triana. Ésta se bajaba al pagar los barcos comerciales un tributo con monedas de oro para poder pasar al puerto de Sevilla. Esta cadena y la otra torre ya no se encuentran pues fueron destruidas pocos años después, en el 1248, con la Reconquista de Sevilla por parte del rey San Fernando, pues no sólo fue tomada por tierra sino también por mar, ya que el almirante Bonifaz vino desde Cantabria, el norte de España, con su armada castellana, entraron por el río Guadalquivir desde su desembocadura y rompieron esa cadena y el posterior puente de barcas, aislando así a la ciudad musulmana de Sevilla. Y, como ya he comentado antes, la cal y la paja prensada que se utilizó como revestimiento de la Torre del Oro, parece ser que ofrecía ese aspecto dorado con el reflejo del Sol.
Sea como fuere, el nombre de esta Torre del Oro da la vuelta al mundo y son numerosos los visitantes que preguntan por ella. Cuando uno observa la torre puede ver que está dividida en tres partes: la más grande es la original, construida en el siglo XIII por los almohades, y tiene una ampliación en el siglo XIV por parte del rey Pedro I, del cual se dice que lo utilizó como rincón privado para sus encuentros con sus amantes; y la parte superior, la cúpula amarilla, cuyo arquitecto es el mismo de la Fábrica Real de Tabacos, es colocada en el 1760 tras el terremoto de Lisboa de 1755, que provoca algunos daños en la ciudad de Sevilla.
Pero no sólo sus ampliaciones y restauraciones han sido numerosas sino que sus usos también lo han sido: además de torre defensiva, tras la Reconquista se utilizó como capilla de San Isidoro de Sevilla e incluso como prisión. Su existencia se complicó con la Revolución de la Gloriosa de 1868, cuya Junta Revolucionaria destruyó todo atisbo de la muralla y la mayoría de sus torres, pero por petición popular la Torreo del Oro se mantuvo. Ya casi a mitad de siglo XX, en 1944 es cuando se inaugura el Museo Naval el cual se encuentra abierto hasta nuestros días. En este Museo Naval de la Torre del Oro se pueden encontrar instrumentos antiguos de marinería, maquetas, documentos gráficos y trata la importancia de la relación entre Sevilla, el río Guadalquivir y el mar. Además también se puede subir al segundo cuerpo de la torre y admirar las bonitas vistas de Sevilla y su río.
El horario de visitas de la Torre del Oro de Sevilla:
Lunes a viernes, de 9:30 a 18:45 h.
Sábado y domingo, de 10:30 a 18:45 h.
Festivos, cerrado.
Precios: Adultos: 3 €
Niños de de 6 a 14 años, estudiantes y jubilados acreditados: 1,50€.
Niños menores de 6 años: entrada gratuita.
Lunes, visita gratuita.
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